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"El agua del Atlántico le cubrió los dedos de los pies y le puso la piel de gallina. En el horizonte, el agua tocaba el cielo. No se podía observar ninguna nube. Kiara estaba sudando, por lo que el agua fría le vendría bien, solo tenía que encontrar un buen lugar donde dejar su toalla y el bolso."

Angela Bell recibe una carta misteriosa que resulta ser una invitación a una asociación secreta que organiza un erótico y exclusivo baile de disfraces cada semana. En este evento no se revela la identidad de los participantes o la razón por la que asisten. Los únicos requisitos son cubrir sus caras con máscaras en todo momento y no revelar su nombre a nadie.

Es el primer día del semestre y Julia viaja a su nueva universidad, en una ciudad diferente, para alejarse de su exnovio. Se centrará en sus estudios y se mantendrá alejada de los hombres y de todos los problemas que traen consigo. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. Cuando aparece un extraño atractivo en su vagón de tren, su enfoque cambia y no puede parar de pensar en coquetear con ese desconocido. El coqueteo se intensifica durante una parada inesperada del tren y también lo hacen los sentimientos de Julia por este hombre.

La pregunta hizo que reaccionara inmediatamente. Lo dijo con un tono tan juguetón que hizo que sus pensamientos se desviaran. Le gustaba hablar con Louise, era precoz, mayor de edad y había sido agraciada con unos genes increíbles. Ella se levantó del sofá al mismo tiempo que él y se concentró todo lo que pudo para detener el impulso de agarrar su mano y llevarlo a su habitación.

En mi vida me había sentido atraída sexualmente por una mujer, pero Kani era diferente. Parecía estar completamente hecha de carisma y seducción. No hay nadie con más talento que ella en su sector. La temible Elsa es experta en análisis financieros y prefiere desestabilizar a sus clientes con el aspecto sensual y frío de una mujer independiente en lugar de mezclar su vida profesional y privada. Pero este nuevo contrato con la empresa más reconocida de las nuevas tecnologías pondrá a prueba sus convicciones.

Aquella mañana era fría y ventosa. Observaba los coches que iban hacia el trabajo y los paraguas que iban por la acera mientras agarraba las notas adhesivas que acababa de comprar. Tenía grandes planes para él, se podría decir que los mejores planes que había tenido hasta el momento. Pero tiene que haber un cierto nivel de misterio. El misterio requiere que el sumiso sea paciente y también que el dominador tenga dinamismo y delicadeza.

"Mientras la veo dormir empiezo a masturbarme y me acerco sin hacer ruido. Le quito las bragas y las uso para taparle la boca cuando abre los ojos. No se resiste, quiere más. Una vez en silencio, utilizo la soga para atarle las manos, los brazos y el resto de su cuerpo". Un experto en barrido de minas del ejército se encuentra en una misión en Mali. Su vida diaria está llena de descargas de adrenalina y de angustia al poder perder la vida cada vez que sale de su habitación.

"Dobla la manta aún más y la coloca contra su muslo para poder observarla mejor. Ahora tanto su trasero como la parte superior de sus muslos están expuestos. Su pene comienza a aumentar de tamaño cada vez más. Está disfrutando del momento. Ella todavía descansa y tiene los ojos cerrados. Espera que él haga que el placer recorra su cuerpo. Es un juego entre ellos. Un juego de lujuria y deseo. Ella lo sabe y él también".

El invierno en Montreal es frío, oscuro, penoso y, sobre todo, largo. Como dice Clara, de casa al trabajo y del trabajo a casa, pero ¿por qué sus compañeras están tan animadas? Al acompañar a una de ellas a la happy hour de uno de los nuevos bares subterráneos de moda en Montreal, Clara descubre un oasis perfecto y conoce al hermoso Armand, un empresario bronceado con bermudas y zapatillas deportivas que tiene todo lo que hace falta para calentar un mes de febrero polar.

"La agarró por los hombros y presionó sus labios contra los de ella. Sabía que no debía hacerlo, pero las cervezas y el ambiente hicieron que se dejara llevar. —¿Tienes novio? —Preguntó cuando dejaron de besarse. —Sí. —Un chico con suerte. —Gracias, Nicholas."

"Se levantó para limpiar la mesa y fue entonces cuando la vio acostada en una de las dunas que había cerca de su casa. Estaba desnuda, podía observar su cuerpo curvilíneo mientras se sentaba y sacudía la arena de sus piernas. Debía tener su edad, unos cuarenta años. Sus grandes senos colgaban un poco al inclinarse hacia adelante para quitarse la arena de los pies y su pelo rubio y de media longitud revoloteaba suavemente con la brisa de la mañana. No podía quitarle los ojos de encima.

"Cuando el pintor entró en su casa, le mostró una de sus mejores sonrisas. Era muy joven; le echaba unos veintipocos, y era alto, musculoso y con el pelo rubio. Ella suspiró al verlo y pensó que, si tuviera veinte años menos, se enamoraría de él. Acababa de cumplir cuarenta y cinco años y aunque se conservaba muy bien, ya no era joven."

"—Hola, forastero. ¿Todo bien? Jim no pudo evitar devolverle la sonrisa. Tenía los labios carnosos y llevaba su cabello color castaño recogido en una coleta alta. También tenía una sonrisa agradable, la cual llegaba hasta sus ojos marrones. —Sí, tuve un problemilla, pero ya... ¿Qué te trae por aquí? —Vivo aquí. ¿Y tú? —¿Vives aquí o en Boulder City? —Sí, vivo aquí. Soy antropóloga. Estoy trabajando en un proyecto de investigación con nativos americanos."

Una vez al mes, Claire y Gabriel se citan en un lujoso hotel para disfrutar de una noche de sexo a raudales. Esa noche, cuando Claire lo espera en el bar, recibe un mensaje de Gabriel indicando que no podrá acudir. Todo indica que tendrá que volver a casa sola y de mal humor. ¿O quizás no?

Cuando eran niñas, la amistad unía a Tess y a Julia. Ahora, ya adultas, es la rivalidad lo que las une. Ambas compiten por los papeles más codiciados y el de Lucía no es una excepción. ¿Quién se llevará el papel? ¿Quién se lo merece más? ¿Cómo averiguarlo?

Isabella y Lilly viven separadas y solo se ven unas pocas semanas al año, pero esas semanas están llenas de ternura, complicidad y... sexo. Llega la Navidad y se reúnen en su cabaña. Entre dulces y velas, se entregan sus regalos. Aunque el verdadero regalo es disfrutar la una de la otra entre gemidos y orgasmos.

Jo Müller no está pasando por su mejor momento. Con casi cuarenta años, se ha quedado sin trabajo, sin novio y sin casa, así que no le queda más remedio que volver a casa de sus padres. Sin embargo, su suerte está a punto de cambiar: tras ver un anuncio, se anima a hacer unas prácticas de jardinería en Escocia.